domingo, 5 de abril de 2009

Hoy: La ciudadela

Queda poco para volver a casa unas semanas, merecido descanso sin duda y desde una Belagua casi vacía, publico mi práctica mas laureada académicamente....

Dedicado a quien nunca dedica sin dedicar...


Cuando uno llega a Pamplona desde otra ciudad corre el riesgo de encajonarse en el campus universitario, o en determinados tugurios nocturnos con glamouroso nombre. Esto suele pasar en gran medida a los residentes colegios mayores.


Esto no me pasó a mi, ya que tuve la suerte de encontrarme con una estrella de piedra en el corazón de la ciudad. Y allí fue donde yo me encajoné.


Una estrella que comenzó a gestarse en 1571 por orden de Felipe II. Me estoy refiriendo a la Ciudadela. Realmente ya no es una estrella perfecta, ya que una parte de su estructura tuvo que ser derribada para dar paso a uno de los ensanches pamploneses.


Lugar de paso obligado cada vez que me dirijo al centro,y casi simbiosis perfecta con el entorno natural. Sus enormes muros, sus baluartes y contrafuertes, sus troneras y hasta sus garitas le dan un ambiente casi tétrico e inexpugnable, pero realmente es un espacio muy bello y acogedor.


La naturaleza viste la ciudadela, le da vida y esplendor, empaque y lustre. No sería lo mismo sin los orgullosos árboles que la decoran: secuoyas, pinos, abedules....

Incluso la cultura también hace acto de presencia, ya que las antiguas estancias del recinto son hoy salas de exposiciones e incluso se celebran bodas en su antigua capilla.


Me sorprende que una antigua fortaleza militar sea hoy un espacio tan lúdico y bien aprovechado donde todos conforman una estampa casi perfecta: parejas de novios embelesados, mirones de estos últimos, abuelos con sus nietos, clases de educación física, ornitólogos, amantes de la historia, amigas comiendo pipas, meros transeúntes, deportistas...y algún que otro estudiante universitario.


A veces observo con envidia a la gente en ese oasis natural y el tiempo se me escurre cuando voy alguna tarde de tedio o nostalgia. La ciudadela de Pamplona me recuerda sitios que no visitaré y me transporta a tiempos en los que no he vivido. Me gusta pensar que es un refugio y un lujo para todos, más que un lugar de paso.


He tenido la suerte o desgracia de estar allí en todo tipo de situaciones y bajo todo tipo de condiciones climatológicas,como cuando el sol incide en sus recias paredes y al entrar tienes la sensación de estar en el patio de armas del palacio del Rey Arturo, cuando sopla el viento helado y buscas refugio en sus túneles, o simplemente cuando te guareces de la lluvia. Una vez casi me quedo encerrado ( sin querer, claro está) en ella, ya que la policía cierra sus puertas a las 10 de la noche y yo volvía distraído a casa...


Estoy casi seguro que cientos de poetas han recitado en ella con el corazón roto, o que ha habido tantas declaraciones de amor en sus entrañas como cañones la rodearon alguna vez, eso sin contar los besos o risas, pero sin olvidar las rupturas y disputas. Todo habrá quedado allí. Entre la vuelta al Castillo, la avenida del Ejercito y la nueva estación de autobuses de la bella ciudad de Pamplona.



Hasta otra, lamento los retrasos de publicación...




1 comentario:

Marta González Coloma dijo...

La Ciudadela se merece 1001 entradas.

... por lo menos.